El periodista Andrés Oppenheimer escribió hoy en El Nuevo Herald sobre las elecciones parlamentarias del proximo 26 de septiembre en Venezuela. Oppenheimer afirma que según las encuestas el presidente Chávez, seguirá teniendo la mayoría en la AN, aún si la oposición logra ganar más de la mitad de los votos.
Esta es la columna que publica El Nuevo Herald:
No es necesario esperar hasta el día siguiente de las elecciones legislativas de Venezuela del domingo para hacer un análisis, indicó hace unos días la columnista argentina Carolina Barros. Ya conocemos cual será el resultado: otro triunfo más para el presidente Hugo Chávez, escribió.
¿Están en lo cierto ella y otros observadores extranjeros que predicen un triunfo inevitable de Chávez, gracias a un proceso electoral fraudulento? ¿O la oposición podría sorprendernos con una victoria, como ocurrió en el referéndum constitucional del 2007, en el que Chávez estaba buscando poderes aún mayores?
La columna de Barros en The Buenos Aires Herald afirma, correctamente, que las autoridades electorales de Venezuela, controladas por Chávez, han creado distritos electorales de tal manera que a la oposición le será prácticamente imposible ganar una mayoría parlamentaria en la Asamblea Nacional, de 165 escaños, aún si gana más de la mitad de los voto.
En efecto, gracias a nuevas leyes electorales impulsadas por el gobierno, los estados chavistas gozan de una representación parlamentaria mucho mayor que los estados antichavistas.
De esta manera, la oposición podría ganar el voto popular, pero Chávez seguirá teniendo mayoría en la Asamblea Nacional.
Chávez no acataría el mandato de las urnas, y ordenaría al actual Congreso que se autodisuelva y cree un nuevo órgano legislativo que apoye incondicionalmente al gobierno.Por añadidura, Chávez controla gran parte del tiempo televisivo venezolano, gracias a la censura –incluyendo la clausura en el 2007 de la cadena televisiva independiente RCTV– la intimidación de las empresas mediáticas con acciones judiciales contra sus propietarios, y al dinero desembolsado por el Estado en publicidad oficial.
Finalmente, Chávez tiene otra ventaja importante: es probable que algunos potenciales votantes de la oposición no asistan a las urnas porque están convencidos de que la elección será fraudulenta. O tal vez se queden en casa porque creen que incluso si la oposición resultara victoriosa, Chávez no acataría el mandato de las urnas, y ordenaría al actual Congreso que se autodisuelva y cree un nuevo órgano legislativo que apoye incondicionalmente al gobierno.
Pero pese a que los dados están cargados a favor de Chávez, los encuestadores prevén un final ajustado para el domingo.
“Lo que se juega el domingo no es la mayoría en el Congreso, porque la mayoría la va a tener Chávez en cualquier escenario”, me dijo León, de Datanálisis, esta semana. “Lo que se juega es si la oposición puede romper la mayoría del 66 por ciento de Chávez en el Congreso, que le permite a Chávez gobernar por decreto y nombrar unilateralmente poderes públicos como el Fiscal General o el Tribunal de Justicia”.
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